Neuroarquitectura
Históricamente la relación entre la mente y los espacios arquitectónicos
ha sido contemplada en diversas culturas y bajo distintos fines. Por un lado
tenemos la distribución de los recintos sagrados, adherida a premisas de neurología y magia para incentivar prácticas místicas y alojar complejos ritos
iniciáticos, o la neuroarquitectura filosofía que propone el uso del espacio para inducir estados
alterados de conciencia. En pocas palabras el ser humano se ha percatado del
influjo que una cierta disposición del espacio tiene sobre la psique, y que si
esta variable se contempla intencionalmente al momento de construir un
inmueble, pueden conseguirse resultados específicos.
Si bien este concepto de neuroarquitectura no es nuevo, lo cierto es que
tampoco ha logrado consolidarse plenamente como una corriente. La academia de Neurociencias para la arquitectura, fundada hace una década, confía en que
ahora la ciencia del cerebro está en posibilidad de generar un parteaguas en el
desarrollo arquitectónico. Y según el actual contexto, que incluye un creciente
interés de inversionistas por financiar estudios y desarrollar proyectos en
este campo, durante la próxima década bien podría consagrarse como una
tendencia decisiva en nuestra futura relación con los espacios
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